Desde hace unos años en el entorno del Parque Natural del Tajo-Internacional viene navegando una embarcación turística denominada “Balcón del Tajo”, que ofrece varias rutas para descubrir la gran riqueza paisajística de este entorno natural. La actividad ofrece la posibilidad de conocer y observar especies amenazadas como la cigüeña negra y el buitre leonado, y permite disfrutar de la vegetación mediterránea.
La navegación se realiza por las tranquilas aguas embalsadas que inundan la zona, pero el cauce del Tajo a su paso por Extremadura no siempre fue así, antes de la construcción de los embalses que escalonan el paso del río por nuestra comunidad, el Tajo tenía variados desniveles y cascadas de agua, numerosas corrientes y torbellinos, que unido a su diferencia de caudal dificultaban en extremo su navegación. Además en los riberos del Tajo, existían lobos y otras especies que eran potencialmente peligrosas para cualquiera que se atreviese a transitar sin conocer el entorno. Por eso en el año 1878 la noticia de que un hombre solo iba a descender el curso del río Tajo, causó una gran expectación que se incrementó cuando se conoció que la embarcación con la que iba a realizar el descenso era solamente un traje de caucho.
Ese hombre se llamaba Paul Boyton y puede decirse que es uno de los últimos aventureros románticos del siglo XIX. La primera vez que escuché hablar del Capitán Boyton fue en un reportaje emitido por Canal Extremadura en el programa El Lince con Botas y desde el primer momento me pareció un personaje fascinante.
Según el blog de Atanasio Fernández García (Director de Programas de Áreas Protegidas de Extremadura), Paul Boyton (1848-1924) nació en Irlanda, pero siendo muy joven emigró a los Estados Unidos. En 1864, se alistó en la Marina, comenzó a interesarse muy pronto por el submarinismo y otras actividades aventureras lo que posteriormente le llevó a recorrer todo el mundo. A su regreso a EEUU colaboró con la organización del Servicio de Salvamento del país y fue allí donde obtuvo el rango de Capitán. Durante su presencia en este servicio llegó a rescatar a más de 70 personas.
Fue en esta época cuando comenzó a convertirse en un personaje famoso por comenzar a utilizar un “mágico” traje de caucho vulcanizado impermeable que le permitía flotar y desplazarse sobre el agua. El traje consistía en dos piezas de caucho que se unían en la cintura, pudiendo inflarse en algunos compartimentos, lo que permitía flotar como si se tratase de un kayak. Boyton adquirió una gran destreza en el manejo de este artilugio e ideó algunos accesorios, como una vela que sostenía entre las piernas y un remo de doble paleta que le permitía desplazarse con mayor velocidad y dirección.
Con este traje comenzó a realizar multitud de viajes y aventuras realizando exhibiciones y hazañas entre las que se pueden destacar el descenso de grandes ríos americanos (Mississippi, Hudson) y europeos (Rin, Danubio, Tajo…), cruzó también grandes tramos de mar (Canal de La Mancha, Estrecho de Gibraltar) y grandes lagos. Después de muchas aventuras por el mundo decide volver a Estados Unidos y construir el primer parque temático de la historia en Coney Island, Nueva York. Murió en 1924.
Una de sus aventuras más celebres fue el descenso del Tajo desde Toledo a Lisboa, Después de haber cruzado el Canal de la Mancha y tras navegar por varios ríos europeos, decidió visitar España, eligió el río Tajo por ser uno de los menos conocidos y con más posibilidades para la aventura. Muchas personas intentaron disuadirle ya que el Tajo era un río bastante salvaje y decían que estaba poblado por lobos y bandidos. Su viaje fue anunciado por todo el país e incluso Alfonso XII le invitó a la celebración de su boda con María de las Mercedes.
Decidió hacer el viaje en pleno invierno, seguramente para aprovechar que la corriente del río era más fuerte en esa época y así navegar con más rapidez. “Zarpó” la mañana del 31 de diciembre de 1878 desde Toledo. Durante este descenso le ocurrieron multitud de anécdotas e incidentes que incluso le llevaron a plantearse abandonar la travesía.
Su llegada al actual entorno del Parque Natural se produjo durante una madrugada donde descubrió, iluminado por la luz de la luna, un espectacular puente con dos pilares enormes que unía las laderas de dos montañas: El puente de Alcántara.
Una vez que llegó al tramo internacional del Tajo su aventura fue mucho más apacible ya que el gobierno de Portugal mandó un pequeño barco para escoltarle hasta su llegada a Lisboa. Esto le permitió comer regularmente y dormir durante la noche en cubierta, estando así a salvo de los lobos y evitando las penalidades que le ocurrieron en los tramos de Toledo y Extremadura, a partir de aquí además la navegación era un poco más sencilla. Su primera parada en tierras portuguesas fue en Vila Velha de Ródao y después se detuvo en Abrantes y Santarem, siendo recibido en estas poblaciones con cohetes y una multitud de personas que se concentraban en las orillas del río para verlo.
Después de 18 días después de salir de Toledo llegó a Lisboa, se estima que unas 100.000 personas fueron a darle la bienvenida. Boyton al acabar su viaje, y a pesar de ser advertido de que su vida corría peligro por los bandidos y las gentes ignorantes que supuestamente habitaban en las orillas del Tajo, declaró que sólo encontró a su paso personas hospitalarias y generosas tanto en España como en Portugal, destacando que aunque llevaba dinero, no consiguió que nadie aceptase su gratitud por los favores que le prestaron.
En el presente, debido al estado actual del Tajo, sería imposible repetir la hazaña del Capitán Boyton, pero sí podemos seguir disfrutando de sus hermosos paisajes y la hospitalidad de las gentes que habitan en los márgenes del río.