Inicio / Cultura / Los escolares de Valencia de Alcántara, la verdadera reserva del Tajo Internacional
Por Esmeralda Torres
22 April 2019
Jan tan solo suma seis años pero no necesita más para saber cuál es el valor de la fauna del Taejo Internacional. “Encontré una cuerna de cinco puntas, que es lo que llevan los ciervos en la cabeza para defenderse. Cuantas más puntas, más vale la cuerna”, cuenta desde su pupitre. “Porque cuantas más puntas, más grande es el venado”, añade. Es uno de los más de 200 alumnos que desde el CEIP General Navarro y Alonso de Celada de Valencia de Alcántara descubren la biodiversidad y riqueza medioambiental que posee este parque natural, convirtiéndose así en la verdadera reserva del Taejo Internacional.
La puesta en valor del estatus de Reserva de la Biosfera es la premisa de un proyecto que germinó en los despachos de la Diputación Provincial de Cáceres con la colaboración del Centro de Profesores y de Recursos de Brozas y la Consejería de Educación. Integrar los aspectos naturales, culturales y patrimoniales del entorno con la práctica educativa de los centros d la comarca. O, lo que es lo mismo, concienciar al alumnado de la joya medioambiental que atesora su territorio. “Nos parecía de obligado cumplimento que los niños conocieran su patrimonio natural y su parque para poder darlo a conocer. Es muy difícil que un niño o una familia les hable a la gente de Valencia de Alcántara y su campo si ellos mismos no lo conocen”, declara Felipe Bohórquez, director del colegio. Y, ni cortos ni perezosos, comenzó la aventura de llevar el Taejo Internacional a todas y cada unas de las aulas de esta escuela. “El primer paso fue la formación del profesorado”, resalta. Y es que los educadores han sido los primeros en tomar lecciones de profesores de la Universidad de Extremadura, técnicos de la Diputación Provincial de Cáceres e, incluso, maestros portugueses vinculados al Naturtejo, el territorio luso de la Reserva de la Biosfera.
La segunda etapa fue darle forma al programa lectivo del presente curso escolar integrando todos los recursos que ofrece la Reserva de la Biosfera. E integrar a todo el alumnado, desde preescolar hasta el último curso de Educación Primaria. Y hacerlo a todos los niveles. “Por ejemplo, las lecturas obligatorias que hemos elegido tienen relación con el medio ambiente, y en concreto con la defensa del medio ambiente”, asevera Bohórquez. También, analizar la sintaxis y morfología del refranero tradicional de la comarca en Lengua y Literatura, o el crecimiento demográfico y el desarrollo económico del territorio en Conocimiento del Medio. Y la planificación de las actividades extraescolares, entre las que se ha encuadrado una excursión al conjunto de dólmenes de Valencia de Alcántara, declarado Bien de Interés Cultural. “Si a ellos se les ha hablado en el tema de Prehistoria de lo que son los dólmenes y les lleva a ver que tienen uno al lado de su casa, lo relacionan con todo lo que hay en Reserva y conseguimos que puedan hablar con solidez de su pueblo, que sean capaces de vender el pueblo ellos mismos”.
Flora, fauna, geografía y gastronomía
El General Navarro presume de una peculiar decoración. Sus pasillos están totalmente repletos de murales y atrezo, y (casi) todos tienen que ver con el Taejo Internacional. “Esto es un taller de jabón que ha hecho Primero y Segundo”, cuenta el máximo responsable mientras señala una mesa donde descansan pastillas de jabón con olor a lavanda. Avanza por la galería con decisión e ilusión por contarle al mundo todas las actividades que desarrollan en su colegio, y solo efectúa alguna parada para hablar de la cartelería artesanal que viste la galería. De la que representa la flora y fauna, o de la que divulga la riqueza medioambiental a través de juegos creados por los más mayores del centro. “Mira, quiero que veas esto”, continúa señalando un altar al final del corredor. Un dolmen de cartón y cartulina preside una despensa donde no faltan los libros. Él mismo explica que el monumento megalítico hizo las veces de un singular retablo durante la función de Navidad. Cambiaron la letra del villancico por uno en honor al Taejo Internacional, y el buey y la mula por un ciervo y un jabalí.
“Y estos son nuestros disfraces de carnaval”, añade dirigiendo el dedo índice hacia varios jamones y un queso, representación de los productos autóctonos que disfrazaron la fiesta de Don Carnal en el colegio. Un bodegón a cuyos pies se distinguen cuatro grandes libros titulados Geografía, Flora, Fauna y Gastronomía y que, a través de trabajos en forma de murales, recopilan la información que ha elaborado cada alumno de tercer curso. Como el de Diana, quien se ha encargado de contarle a sus compañeros qué se encuentra en Zarza la Mayor. Sale por un momento de clase de música para aseverar que no es lo único que ha aprendido, y que le ha dicho "a mis primos de Pamplona, que cuando vengan tienen que ver los animales, especialmente el águila imperial y la cigüeña negra”. Con una sonrisa picarona coge su trabajo y lo relee. “¡Ah! Y que tienen que probar la carne de ciervo”.
Una vieja finca, patio de recreo
Si un recurso del colegio valenciano llama la atención es el huerto. Y es que como dice Bohórquez, “no es tanto un centro de proyectos sino un centro de recursos”, que lo compara con la biblioteca. “La biblioteca sirve como dinamizador, cualquier cosa que necesites lo puedes trabajar desde allí. Pues con el huerto pasa igual”, anota mientras cita como ejemplo la clase práctica de gráficas y planos en Matemáticas con Manolo o las de Inglés y Portugués, donde han elaborado los carteles que identifican cada cultivo. “Tenemos ajos, cebollas y lechugas, y ahora sembraremos las hortalizas de verano: tomate, berenjena y pimiento”, subraya mientras camina por la arboleda que da sombra. “Todos los árboles que ves aquí los han puesto los niños,” - habla de encinas, alcornoques, madroños y abedules, entre otros - “menos el olivo, que ya estaba cuando se trasladó el colegio”.
Y es que el General Navarro se edificó dentro de una finca, una particularidad que lo envuelve aún en más naturaleza si cabe. A ello contribuyen las higueras que se encuentran en la zona opuesta del patio, donde unas piedras imitan la delimitación de un mapa de Extremadura. Y donde se pinta durante estos días un mural que también se engloba en el proyecto educativo de la Diputación Provincial de Cáceres, que cuenta con la colaboración de la Consejería de Educación. “La copa de cada árbol representa una autonomía”, describe al mismo tiempo que revela que la idea es hacerlo con muchos colores con el fin de que el resultado sea llamativo. En la parte superior, dice, llevará la frase ‘Reserva de vida’ para que mientras que estos escolares juegan recuerden que son ellos el oxígeno que hará latir el parque natural. Porque “si ellos se sienten reserva, mirarán al futuro con mayor optimismo”.