Turismo

Cinco pulmones (rayanos) desde los que recibir la primavera

De los fiordos del Tajo al espacio protegido de Noudar pasando por los alcornocales de San Vicente

En un entorno rural como el rayano es fácil encontrar espacios verdes. Pero si algunos merecen la pena para dar la bienvenida a la primavera, por su valor botánico y por ser enclaves agradables para marcarse un picnic en pareja, con amigos o en familia, son los siguientes. Prepárese para quitarse los zapatos y respirar.

El río Tajo a su paso por Cedillo. Foto: RAYANOS MAGAZINE.

1. Los fiordos del Tajo, en Cedillo. Son muchos los que coinciden que el paisaje que deja el cauce del río Tajo a su paso por Cedillo poco tiene que envidiarle a los mismísimos fiordos noruegos. La Reserva de la Biosfera y Parque Natural Taejo Internacional es un auténtico paraíso botánico. La flora del entorno se identifica con la diversidad del bosque mediterráneo que engloba varias especies de plantas y arbustos como los madroños, brezos y lentiscos. Un conjunto que en otras zonas es difícil de ver, y que cobra especial belleza cuando se aproxima la primavera. El secreto para que dicha flora sea tan exhuberante, dicen, es la gran balsa de agua embalsada y el microclima que le garantiza.

Noudar, en Barrancos. Foto: SERGIO ARDILA.

2. El espacio protegido de Noudar, en Barrancos. El enclave de Barrancos es único e inigualable, y es que este municipio portugués se localiza en pleno pulmón de un entorno natural. Se trata de Noudar, un ambiente protegido en el que las actividades agrícolas y forestales se desarrollan con un profundo respeto por el ecosistema. A unos 12 kilómetros de la localidad y muy cerca del punto en el que se unen Extremadura, Andalucía y Portugal se enclava el cerro en el que confluyen los ríos Ardila y Murtiga. Un paraje donde la riqueza de la vegetación hace del lugar un hábitat natural para venados y jabalíes que libremente campean cuando llega el mes de marzo. En él, el viajero también podrá divisar el vuelo del buitre negro, la cigüeña negra, la grulla y el alzacola. Y, además, encontrar la posibilidad de explorar diversos senderos a través de caminos señalizados y adaptados a todas las edades y gustos, aunque el punto fuerte del entorno es el castillo y sus impresionantes vistas. Esta fortaleza de origen islámico fue conquistada por los reyes portugueses, desempeñando un papel bastante importante en la custodia del territorio. 

Cantera del Cabezo, en Alcántara. Foto: LA MUNDINQUIETA.

3. El paraíso natural de la Cantera del Cabezo, en Alcántara. Un alto porcentaje de los viajeros que llegan hasta Alcántara lo hacen por su Puente Romano, y un dato aún mayor se sorprenden al descubrir el patrimonio y la naturaleza que custodia esta localidad. Prueba de ello es la riqueza medioambiental de la Cantera del Cabezo, uno de los parajes naturales más preciados de la Raya. Y es que más allá de la obra de ingeniería romana, este paraíso es uno de los lugares favoritos de los lugareños. Se trata de una explotación que provocó pequeñas filtraciones durante la extracción de material para la construcción de la presa del Tajo, que con el paso de los años se fue llenando hasta formar un lago de agua manantial y cristalina. Es un área en el que anida la cigüeña negra, el buitre leonado y el alimoche, entre otros, hecho por el que se alzó con el título de Zona Especial de Protección de Aves (ZEPA) en 2004. 

Un cuadro representa el verde de la dehesa de Jerez de los Caballeros. Foto: RAYANOS MAGAZINE.

4. La verde dehesa de Jerez de los Caballeros. La dehesa es protagonista de las despensas de Jerez de los Caballeros, surtiéndolas de productos durante todas las temporadas: desde espárragos y tagarninas durante la primavera hasta setas y gurumelos durante la estación que viste a los árboles de marrón. Pero también es fiel protagonista de sus postales, y es que los encinares abundan en la localidad del último Bastión Templario. La estación más recomendada para descubrirla en su máximo apogeo es la primavera y la vía favorita por sus amantes, el senderismo. Si le preguntan a un jerezano le recomendará la ruta que lleva hasta los puentes romanos que aún se sostienen sobre el río Ardila, el Puente Viejo y el Pontón.

Entorno del Castillo de Piedrabuena, en San Vicente de Alcántara.

5. Entre alcornocales, en San Vicente de Alcántara. Corría el año 1858 cuando, de la mano de la mudanza de Pedro Moreno a San Vicente de Alcántara, llegase la industria corchera a esta localidad rayana. Y solo 14 años después ya abrió sus puertas la primera fábrica dedicada a manufacturar este material. La razón era lógica: los alcornocales protagonizan el entorno sanvicenteño. Descubrir su paisaje durante estas fechas puede ser la opción más acertada para dar la bienvenida a la primavera, y es que durante estas semanas este árbol se prepara para la saca, el proceso de extracción del corcho. Muy recomendable es aprovechar el paseo que lleva hasta el Camino Rocitas y de ahí al Alto de Mayorga para terminar en las ruinas del Castillo de Mayorga, una fortaleza de la que se conservan algunos restos que mucho tienen que envidiarle al perfecto estado de conservación del Castillo de Piedrabuena.