Cultura

Los Quintos, una tradición rural que apuesta por la igualdad

La localidad rayana mantiene vivo el espíritu de esta celebración, que festeja la bienvenida a la mayoría de edad de sus adolescentes

Salorino sabe cómo mantener vivas sus tradiciones. Esta localidad de poco más de 700 habitantes presume de tener el único festival de copla que se celebra en el país, que además es gratis y en las calles y plazas que protagonizan una postal de pueblo en verano. También, de abrir las puertas de una vivienda antigua, de esas que recuerdan a la casa de abuela y las costumbres de antaño, repleta de los objetos más tradicionales. Pero no contento con ello, este municipio, enclavado en el corazón del Taejo Internacional, también presume de seguir celebrando Los Quintos con sello propio. Y es que en Salorino, lejos de aquella llamada al servicio militar, esta fiesta da la bienvenida a la mayoría de edad manteniendo latente una tradición rural que apuesta por la igualdad.

La tradición de Los Quintos se remonta a finales del siglo XVIII, cuando Carlos III dictaba las reales ordenanzas del Ejército - cuentan - que montado a caballo y mirando a la Puerta de Alcalá. Aquello que, años más tarde, pasó a denominarse como la mili no era más que una orden del Estado para defender el país apta exclusivamente para hombres. Ante la incertidumbre por saber si volverían a casa y si lo harían sanos y salvos, surgió la tradición de festejar con suculentos manjares su marcha y despedida. También en Salorino, donde “tradicionalmente la fiesta solo la celebraban los hombres” y “las mujeres les acompañaban pero siempre con un papel secundario”. Son declaraciones de Abel Durán, edil del Ayuntamiento de Salorino, que descuelga el teléfono en mitad de una vorágine de preparativos. “Este año creo que son ocho quintos y quintas que celebrarán su mayoría de edad este fin de semana”.

La inclusión de la mujer en este homenaje fue una premisa del pueblo para seguir celebrando Los Quintos después de 2001, cuando después de dos siglos en vigor, un decreto suspendía el servicio militar obligatorio. La mili, como popularmente se conocía. “Antes, los días previos a la marcha de cada ‘quinto’ a su destino se les tallaba y pasaban una revisión médica”, relata Durán. “Una vez que la pasaban, salían por el pueblo y hacían una pequeña fiesta entre todos”. Ahora, lo único que ha cambiado es el pretexto, que ha pasado a ser el cumplir los 18 en el año vigente. “Los tiempos cambiaron y nosotros teníamos que cambiar con ellos. Así fue como empezaron a participar hombres y mujeres por igual”.

Una degustación para los vecinos

Los preparativos se disparan estos días en Salorino. A los últimos quehaceres para completar el cartel del carnaval, el ayuntamiento pone a disposición lo que necesiten, aunque el peso de la celebración se lo reparten entre todos los porreteros y porreteras. “Antiguamente hacíamos una pedida en la que se recogían alimentos y dinero para hacer una comida. Normalmente siempre te daban un gallo y hacían un arroz”, apunta el concejal. En la actualidad, siguen pidiendo los ingredientes para hacer una comida que degustará todo el pueblo el próximo fin de semana.

Al programa de Los Quintos se apunta un baile al que asistirán los vecinos disfrazados y ellos, los protagonistas, con su atuendo tradicional, “que es un pantalón negro con chaleco negro y camisa blanca, y un pañuelo rojo”. Y es que ningún porretero y porretera pretende que le falte detalle a un hábito que se ha mantenido hasta cuando no había vecinos que cumpliesen los 18. “Aquel año lo que se hizo fue que otros se vistieran de quintos y representasen Los Quintos”, porque si algo caracteriza a Salorino es ser memoria viva de sus tradiciones.