Agronatura

La saca del corcho, un arte sostenible

San Vicente de Alcántara despide la temporada de descorche de alcornoques, un oficio milenario inalterable pese al empuje de las nuevas tecnologías

Cada verano, la historia se repite. Cuando el sol aún no amenaza con salir, las cuadrillas se alinean a las afueras de San Vicente de Alcántara y ponen rumbo a la dehesa cargadas con sus gavilanes. Éste es el nombre que recibe el hacha corchera, el instrumento que descorcha el alcornoque y que siglos después continúa protagonizando la campaña de saca.
 
Durante estos días, en el paisaje de la localidad pacense de San Vicente de Alcántara es fácil encontrar alcornoques sin piel y un número dibujado. La resaca de la saca aún se hace notar. “Suele comenzar a finales de mayo o principios de junio más bien, y aunque suele durar hasta agosto es relativo, depende del año”. Habla de su eventualidad la directora del Museo de Identidad del Corcho, Laura Brixedo. Y explica cómo requiere de humedad durante la primavera y de un ambiente cálido y seco durante el descorche. Eso sí, es primordial que su periodicidad se cumpla. “En Extremadura y Portugal se saca cada nueve años, en Andalucía cada nueve y en Cataluña cada 12 para que dé tiempo a la regeneración del árbol”.

Foto: MUSEO DE IDENTIDAD DEL CORCHO. Foto: MUSEO DE IDENTIDAD DEL CORCHO.


 
 
Un oficio arcaico
La campaña de la saca en este municipio de casi seis mil vecinos genera alrededor de medio millar de puestos de trabajo. Aunque no cualquiera puede extraer este tejido vegetal. “Deben de ser personas muy cualificadas para no dañar la capa madre del alcornoque”, alerta la directora. Un mínimo corte a este manto podría terminar con la vida útil del árbol, de ahí que se requiera aprender el oficio de los mayores.
 
El procedimiento de la saca se explica en cada visita al Museo de Identidad del Corcho de San Vicente de Alcántara con ayuda de paneles didácticos con elementos visuales. “Hacen cortes verticales y horizontales a lo largo del tronco y principio de las ramas y, a continuación, una vez que está todo marcado, con el cabo del hacha van separando la capa de corcho”, apunta Brixedo sobre la figura del sacador, que trabaja en parejas. Uno de los secretos de la extracción es el mecanismo de palanca que se ejerce en la parte superior del tronco del alcornoque con un instrumento llamado burja.
 
El resultado son planchas de corcho de diferentes medidas – una de las más habituales es de 40x100 centímetros –. Para este traslado entran en juego los juntadores y acarreadores, que con la ayuda de “tractores o animales, en caso de tratarse de fincas de sierra, recogen las planchas del suelo y las acumulan en una pila”. El destino bien puede ser llevarlas hasta una factoría donde se procesarán directamente, o bien almacenarlas en una nave donde acumularán humedad y mejorarán su precio hasta que algún comprador se interese por ellas y las traslade de nuevo.

Foto: MUSEO DE IDENTIDAD DEL CORCHO. Foto: MUSEO DE IDENTIDAD DEL CORCHO.

“Este oficio se aprende trabajando con los más mayores”, subraya. Motivo por el que cada vez se ven más personas jóvenes entre los que han sacado corcho durante toda su vida, aprendiendo a usar el hacha de dos picos empleado para la labor. “Hay una especie de sierra que puede hacerlo, pero aquí se sigue utilizando el hacha corchera”. Y es que, pasen los años que pasen, la saca de San Vicente resiste inalterable al paso de los años y al empuje de las nuevas tecnologías.  

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