Agronatura

La dehesa rayana, en peligro de destrucción

El lado portugués se suma a las reivindicaciones de la plataforma Dehesa sin Uranio para salvar uno de las joyas naturales y turísticas de la Raya

Extremadura es la capital mundial de la dehesa. No son pocas las hectáreas de encinas y alcornoques destinadas a pasto ni las que cruzan la frontera y se asientan en el Alentejo portugués, y muy intenso el deseo por convertir su entorno en Paisaje Cultural de la Humanidad. De ahí que cualquier amenaza despierte la alarma social entre unos vecinos que se adelantan a la noticia y gritan que la dehesa rayana no se toca.

Extremadura comparte con Portugal una cultura rayana donde la dehesa cobra especial protagonismo. Alrededor de 1,3 millones de hectáreas de dehesa se aglutinan en Extremadura (un 35% de la cifra nacional) y echan raíces que tocan al Alentejo, haciendo de su paisaje una singularidad de la Raya. Por su seguridad vela Prodehesa-Montado, un proyecto de cooperación transfronteriza para la valorización integral de este bosque. Y los mismísimos vecinos que en ella se asientan. Véase la plataforma ciudadana apolítica que ha germinado en el sur de la Raya extremeño-alentejana y que corresponde al nombre Dehesa sin Uranio. “Somos ciudadanos de Oliva de la Frontera, Higuera de Vargas, Jerez de los Caballeros, Villanueva del Fresno, Valencia del Mombuey y Zahínos”, dicta la pestaña ¿Quiénes somos? de su web. “Está compuesta por vecinos de los municipios afectados por la concesión de derechos otorgada para la apertura de una mina de uranio en la finca Cabra Baja”.

Manifestaciones de Dehesa sin Uranio. Foto: MANUEL MEGLEZ.

Y es que a pesar de la preservación de la joya natural y medioambiental de la Raya, una empresa investiga la riqueza del terreno. “El primer paso - la investigación - consiste en hacer ‘pozos de sondeos’ para extraer material, y tras éste viene rodado el segundo”, dicta Juan Manuel Medina, portavoz de Dehesa sin Uranio. Habla sobre un permiso de extracción mineral a cielo abierto que lleva intrínseco la explotación y restauración de una mina. “Quitan la tierra fértil, su vegetación y vida y abren un gran buraco con explosivos y máquinas que recogen y trasladan toneladas de tierra”, detalla. “Posteriormente la someten a un proceso con productos químicos que separan el uranio del resto, quedando este resto en balsas de aguas contaminadas por millones de años”. Y ahí no queda. “Todo es radiactivo”. Cuando el uranio se degrada se forma radón, un gas que se pega al polvo y se expande con él. “Es verdad que es un gas pesado que tiende a ir al suelo, pero si encuentra el polvo, la sequedad y unas condiciones climatológicas adecuadas se puede presentar en casa sin avisar y sin hacerse presente, pudiendo producir cáncer de pulmón, riñón e hígado”.

Manifestaciones de Dehesa sin Uranio. Foto: MANUEL MEGLEZ.

Movilización de España y Portugal

Medina resalta que la Dirección General de Medio Ambiente ha emitido un informe desfavorable, y que la plataforma no entiende por qué el organismo responsable de Minas sí haya dado un visto bueno. “Y a todo esto añadimos que desaparecerían tres animales en peligro de extinción, el búho real, la cigüeña negra y el milano real”, subraya recordando la zona Zepa y ZEC del entorno. “Incluso las tierras han perdido valor”.

La alarma social se acentúa y Dehesa sin Uranio continúa reivindicando la importancia de conservar los bosques. Desde la semana pasada, además, lo hacen con el apoyo de los vecinos portugueses. Es el objetivo de esta plataforma. “Unir a los ciudadanos, pedir que se unan los propietarios y dirigirnos al Gobierno que concedió el permiso para que lo revoque”, afirma.

“Necesitamos a los ciudadanos, representantes, emprendedores y trabajadores, conocimientos de los antiguos y de la ciencia, etc.”, continúa el portavoz. “Pero de seguro que lo que no necesitamos es una mina de uranio”.

Manifestaciones de Dehesa sin Uranio. Foto: MANUEL MEGLEZ.